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pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortífero.

Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a semejanza de Dios.

10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

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